4° Encuentro de grupos de pacientes oncológicos Zárate 2011

miércoles, 11 de agosto de 2010

Nacidos para curar

06-08-2009 / La biotecnología permite la selección de embriones con fines terapéuticos. Los casos y el debate: ¿es ético traer al mundo un hijo para sanar a otro? Por Diego Rojas
La era contemporánea parió un mundo nuevo a tal punto que la experiencia de nacer ya no es la misma. Por lo tanto, la vida en sí también se modifica: hoy, a través de un proceso de fertilización asistida, es posible que se gesten bebés con ciertas características biológicas que permitirán salvar la vida de un hermano mayor enfermo. Según algunos, se trata de un nuevo miembro de la familia que trae vida y esperanza, ya que no un pan bajo el brazo. Un instrumento viviente, para los otros. El imparable avance de la ciencia brinda adelantos que sólo fueron imaginados por la ficción en el pasado y, a la vez, genera debates éticos sobre sus posibilidades y sus límites.
En el conurbano bonaerense, un matrimonio de docentes decidió salvar la vida de su hijo. El niño de cuatro años sufre una rara especie de leucemia que necesita, para ser revertida, un trasplante de médula ósea. Para que eso sea posible, el donante debe ser histocompatible, es decir, debe compartir ciertas características genéticas al cien por ciento. A pesar de haber recorrido los bancos de donantes del país y del mundo, la pareja no encontró esa compatibilidad. Se embarcaron, entonces, en la tarea militante de difundir la necesidad de donar médulas y de agrandar el banco de cordones umbilicales (ricos en células madre) que administra el Hospital Garrahan. Aunque no cesan en la búsqueda del donante adecuado, se encuentran en una lucha contra el tiempo. Por eso mismo, decidieron realizar el proceso de fertilización asistida que posibilite el nacimiento de un niño cuyas características sean pertinentes para la donación. Hoy se encuentran realizando el tratamiento.
El doctor Matías Oleastro forma parte del equipo del Servicio de Inmunología del Hospital Garrahan, área en la que se concentran los pacientes que padecen enfermedades similares a las del caso mencionado. “Si vemos que la selección embrionaria puede ser una alternativa final para algún caso específico, informamos a la familia sobre los aspectos médicos implicados y las consecuencias en la salud del niño –explica. Muchas de estas enfermedades provocan en los pacientes un estado de salud muy precario y la posibilidad de una muerte temprana, con baja calidad de vida. Una salida de esta naturaleza puede ser una alternativa. Los médicos no impulsamos estos tratamientos aunque tampoco actuamos como frenos. Personalmente, hasta que no tengo una certeza de que eso es viable desde el punto de vista técnico, tomo precauciones en alentar esa posibilidad. Y no sólo debe ser técnicamente factible, sino que se debe someter el caso a una discusión bioética sobre la cuestión.”
Roberto Coco, director de Fecunditas, un instituto clínico donde se desarrolla esta práctica, señala que “el procedimiento consiste en la selección de embriones histocompatibles con la estructura del paciente que necesita el trasplante. Para lograrlo, se debe realizar una fecundación in Vitro, lograr la creación de varios embriones y seleccionar luego los adecuados. Sólo uno de cada cuatro embriones fecundados posee las características requeridas y, de entre todos ellos, se debe seleccionar el más compatible con el hermano enfermo para evitar un posible rechazo. Por eso, se estimula a la madre para que produzca la mayor cantidad posible de óvulos que luego se fecundan. Los preembriones comienzan a desarrollarse y al tercer día, cuando tienen ocho células, se saca una y se hace el estudio para comprobar la compatibilidad. Al quinto día el preembrión debe colocarse en la cavidad uterina y comienza el proceso de gestación del nuevo niño. Cuando nace, se procede a extraer sangre de su cordón umbilical que, una vez trasplantada, servirá para que el paciente comience a producir células sanguíneas sin el trastorno”.
La película La decisión más difícil pone sobre el tapete la actualidad de estos procedimientos y las discusiones bioéticas que plantea. En el film, un matrimonio decide gestar un bebé que pueda donar médula ósea a su hermana mayor para curar la leucemia que sufre. Anna, la niña concebida mediante la selección embrionaria, decide a los once años pedir judicialmente la emancipación médica de sus padres ya que el agravamiento de la enfermedad de su hermana Kate requeriría un trasplante de riñón. La conmovedora cinta relata el vínculo de profundo amor que une a la familia, pero también se focaliza sobre los derechos que tiene sobre su cuerpo el niño nacido en esas circunstancias.
“En principio, se requiere mucho cuidado porque estamos creando un ser útil, creamos una herramienta. Y ya dijo Kant que los seres humanos deben ser pensados como fines en sí mismos, no como instrumentos –reflexiona la filósofa y especialista en bioética María Luisa Pfeiffer –. Creo que se debe recurrir a esta alternativa sólo si se agotaron todas las otras instancias, tales como la búsqueda de donantes en los bancos de todo el mundo. Sólo si se determina la excepcionalidad del caso se podría aprobar la realización del tratamiento.”
Enrique Carpintero, psicólogo y director de la revista Topía, especula: “El bebé que nace con este tratamiento es deseado pero sin independencia de la situación del hermano: el deseo también pasa por el de salvar al hijo mayor. Vendrá al mundo con esa marca y la llevará por siempre. Sin embargo, no se puede saber cuáles serán las consecuencias positivas y negativas de ese acto. Oponerse al avance científico sería reaccionario. Hay que estar abierto a las nuevas situaciones y nuevos problemas que pueden aparecer. De todas maneras, con seguridad la familia que tome esta decisión deberá tener una contención terapéutica que los ayude durante todo el proceso”.
Para el doctor Coco, “el niño nacerá con una impronta que es la de ayudar al otro. Pero entiendo los límites que implica esta práctica. Si un Estado decidiera intervenir en la selección embrionaria para controlar las formas de la natalidad con fines políticos, podría ser muy peligroso. Los casos que apuntan a la salud no tienen nada que ver con esto, pero no podemos evitar esta discusión”.
En el país, la ley no regula la fertilización asistida ni el procedimiento de selección embrionaria. Sin embargo, hay antecedentes judiciales y proyectos de ley, como el presentado por el SI (Solidaridad e Igualdad). Justo cuando comenzaba 2009, la Justicia de Mar del Plata obligó a una obra social a costear el tratamiento de selección de embriones y fertilización asistida para que una pareja diera a luz a un bebé que salvara la vida de un hermano que padece granulomatosis crónica. “Teníamos decidido tener cuatro hijos, pero cuando a dos de nuestros tres les diagnosticaron la enfermedad, desistimos de la idea. Por eso, concebir otro ahora no varía el plan inicial, será un hijo deseado y querido y, además, ayudará a resolver una situación real y concreta –comentó el padre de esa familia en aquel momento –. Las posiciones teóricas encuentran su límite cuando se topan con la realidad.”
Más allá de las planteamientos bioéticos, los bebés nacidos a través de la selección embrionaria se constituirán como seres humanos cuyo atributo adicional será el de salvar la vida de un miembro del grupo familiar. Un acto de amor enorme que, como todo gran hecho, implica riesgos y discusiones que, también, dan cuenta de los nuevos dilemas de nuestra era.
Producción: Leandro Filozof

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