4° Encuentro de grupos de pacientes oncológicos Zárate 2011

domingo, 1 de agosto de 2010

Decálogo del familiar o amigo del paciente oncológico

1_ Acompáñelo, pero no lo agobie.
Muchas veces con la mejor intención de acompañar al familiar/amigo enfermo cometemos el “pecado” de invadir, su intimidad, sus silencios, su vida y su tiempo, sin darnos cuenta… es más sin pensar que es a ellos y por ellos a quienes debemos atención y contención.
Solemos decirles cómo nos afecta la situación y cómo nos acongoja, sin reparar que, en realidad, los verdaderamente acongojados y angustiados… SON ELLOS! que terminan dándonos ánimo a nosotros mismos.
En otros casos, los apabullamos con palabras y sonidos, muchas veces insustanciales con la intención de atontarlos?, ensordecerlos?, marearlos?... o conformarnos a nosotros mismos con el : - Lo fui a ver y le puse un poco de onda!...-
Acompañemos al enfermo comprendiéndolo, sosteniéndolo, sintiendo verdaderamente que “ponernos en su lugar”, es imposible físicamente pero no desde nuestra propia interioridad. Comprender al otro, entender sus sentimientos, sus rebeldías, sus necesidades, con pocas palabras, a veces sólo con silencios, con una mano que se tiende franca, abierta como mensaje de Amor fraterno.

2_ Respételo, pero no le tema.
Quizás es lo que más nos cuesta… Sucede que al encontrar al enfermo desvalido, desorientado, agobiado, surge nuestro aspecto sobreprotector. Poco a poco tomamos las riendas de su vida y graciosamente creemos ayudar decidiendo por él. Sentimos crecer nuestra valía en desmedro de su propio respeto personal, cuando en realidad, debiéramos tratar de fortalecer su espíritu de lucha aportando lo necesario para que sienta que puede confiar en si mismo, en sus propias fuerzas, y que siente el apoyo respetuoso de su familiar/amigo.
Estemos a su lado, comprendiendo sus miedos y sus dudas, acompañando con FE, demostrando que él nos interesa.

3_ Aliéntelo, pero no le mienta.
Nadie sabe mejor que el mismo enfermo, la magnitud de su enfermedad.
Lo presiente, lo siente, lo vivencia en todas y cada una de las horas de sus días… en todas y cada una de las células de su ser.
Horas que gracias a los tratamientos suelen ser molestas, dolorosas, vacías de alegrías, muchas veces frustrantes y difíciles de soportar.
Y que gracias a los tratamientos (otra vez) irá transitando hacia a una cura del mal, o a una mejoría sustantiva que permitirá una mejor calidad de vida. Hacer que esos días y esas horas sean más amenas y llevaderas, que las secuelas desagradables de tanto tratamiento son compartidas con afecto y solidaridad, harán que nuestro familiar/amigo sienta algo más liviana su carga. De todas maneras, es nuestra responsabilidad determinar cuál es la mejor manera de estar sin invadir, acompañar sin imponer… Caminar a su lado… no su camino.

4_ Compréndalo, pero no lo justifique.
Comprendemos su abatimiento, su rebeldía, su sensación de “no va más”, su angustia y ansiedad… desde la distancia que significa “mi cuerpo y el tuyo” comprendemos su situación. Pero de ninguna manera podemos permitirnos el alimentar esa actitud. Justamente… la distancia que nos separa debe imponernos la forma de encarar con fortaleza y convicción, estrategias que apuntalen al enfermo.

5_ Quiéralo, pero no lo compadezca.
No sirve “tener lástima”, no sirve sentir compasión… No resuelve la situación y agrava tristeza y agobio… Hacer, actuar, demostrar decisión, servir de nexo entre el enfermo y la enfermedad. Acompañarlo en la comprensión de “lo que le sucede”. Asesorarse sobre cuál es la mejor manera de ayudar

6_ Conténgalo, pero no lo reprima.
Aceptar sus miedos, sus lágrimas, sus enojos, sus agresividades. Se comprenden, está bien que las ponga en evidencia… esos estallidos hacen que se sienta vivo, y lo necesita, no lo reprima. Acompañe desde el silencio, luego, cuando pase la crisis, tendrá la oportunidad de razonar con él y demostrar que su curación depende, en parte importante de él, de su fortaleza, de su lucha contra la enfermedad, de que no pierda de vista la meta anhelada: sobrevivir.

7_ Cuídelo, pero no lo vigile.
No espíe sus intimidades, no invada su privacidad. Ud lo quiere lo suficiente como para respetar esos momentos que merecen ser respetados. Recuerde que Ud está para caminar a su lado… no para andar por su camino.

8_ Consiéntalo, pero no lo malcríe.
Querer no significa “malcriar”, atender sus necesidades no es someternos a “caprichos”, el enfermo, mejor que nadie sabe de límites y respetos… no lo subestimemos.

9_ Escúchelo, pero respete su silencio.
Su actitud debe ser…: - Estoy atenta a tus palabras… y también a tus silencios – Una vez más apelamos al respeto en la relación. Muchas veces los familiares más cercanos al enfermo se sienten dolidos porque éste suele manifestarse más cómodo con algún extraño que con ellos mismos… También es parte de la relación que no debemos forzar por ningún motivo. En estos momentos lo más importante es que se sienta cómodo y contenido… no que orgullos personales creen una situación de conflicto

10_ Ayúdelo, pero sin olvidarse de usted
Cuidado! Muchas veces los acompañantes se ven tan involucrados en la vida del enfermo que se olvidan de si mismos… tener tiempos para pensar en la situación es de fundamental importancia, atender nuestra propia salud, mental, emocional y física también… de lo contrario peligra el apoyo que queremos brindar

Entender, una vez más que cada quien debe recorrer su propia senda de Vida en solitario…

Que no podemos caminar la huella de otros pies…

Esta verdad tiene que fortalecer nuestra actitud para esta tarea que nos hemos propuesto o más bien que la Vida nos ofreció como desafío…

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